By Dr. Arnaldo Espaillat Matos
Médico Oftalmólogo
Director Médico Instituto Espaillat Cabral
El incremento de presión intraocular afecta la circulación sanguínea del nervio óptico, lo cual produce la muerte de fibras ópticas. A su vez, esto ocasiona que menos información sea enviada al cerebro y esta disminución en la cantidad de imágenes procesadas se refleja en una disminución de la visión.
El daño al nervio óptico se produce de forma lenta y progresiva, sin ocasionar dolor. Por esto se llama al glaucoma el ladrón silencioso de la visión.
Dentro de los ojos se forma constantemente un líquido transparente, llamado humor acuoso. Para mantener un volumen constante, parte de ese humor acuoso es drenado regularmente a través de la malla trabecular, una especie de red ubicada en el ángulo entre la base de la córnea y el comienzo del iris. La presión intraocular aumenta cuando se presenta dificultad en la salida del humor acuoso. También, puede presentarse si el mismo se produce en mayor cantidad que la proporción que logra salir del ojo.
Al padecer de glaucoma, la visión periférica es la primera que se pierde, manteniéndose por más tiempo sin alterar la visión central. Al principio, el daño visual es leve y puede ser mayor en un ojo que en el otro. En esos casos, la visión del ojo menos afectado compensa la del que tiene peor visión, por lo que el paciente no se da cuenta de la pérdida visual, sino que se percata cuando empieza a chocar con los objetos a su alrededor. En ese punto, el daño ya está muy avanzado.
Factores que pueden predisponer a padecer de glaucoma:
- Antecedentes familiares de glaucoma
- Antecedentes de trauma o inflamación ocular
- Miopía
- Hipertensión arterial
- Diabetes
- Raza negra
- Mayor de 50 años
Sin embargo, el glaucoma puede afectar a personas de todas las razas y edades.
El glaucoma es la segunda causa de ceguera a nivel mundial, pero es la primera causa de ceguera irreversible. Más de la mitad de las personas afectadas no saben que la padecen, por lo que es de especial importancia acudir a una revisión oftalmológica una vez al año, o cuando lo indique su médico.
Durante una revisión periódica, el oftalmólogo hace una revisión completa de su visión y sus ojos, se mide la presión ocular y se evalúa el aspecto del nervio óptico. En caso de ser necesario, se indican estudios diagnósticos, entre los cuales pueden estar: campimetría (perimetría computarizada), para medir el campo visual y determinar si ha habido pérdida de visión periférica; OCT (Tomografía de Coherencia Óptica) que realiza un conteo de las fibras del nervio óptico y analiza su estructura para determinar si está siendo afectado por la presión ocular. La paquimetría corneal y fotos del nervio óptico son indicados en algunos casos. El conjunto de estos datos permite al oftalmólogo determinar si el paciente padece o no de glaucoma, además de cuantificar el daño existente en ese momento. La visión perdida no se puede recuperar.
El glaucoma no tiene cura, pero se puede controlar. El tratamiento tiene como objetivo evitar mayor pérdida de visión. Al inicio, su oftalmólogo le indicará medicamentos en forma de gotas para reducir la presión ocular. En algunos casos se puede iniciar de inmediato tratamiento láser. En los casos más avanzados se pueden combinar las gotas con la aplicación de tratamiento láser. Si el daño al campo visual es severo se requiere intervención quirúrgica.
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